Un hermoso cielo azul, una tarde soleada, aunque el sol ya quería irse a dormir, porque ya no es tan joven como creemos.

El MIEDO se alista muy rápido y sale de casa. Camina lento o rápido según lo que le va diciendo el reloj, es que no quiere llegar antes, ni después, debe llegar en el momento justo.

Mientras camina, dice dentro de él, con mucho optimismo: “Hoy va a ser el día…hoy voy a acercarme a hablarle”. Pero el problema es que esto se lo venia repitiendo todos los días, desde el momento en que se fijó en la INEXPERIENCIA.

Y a medida que pasaban los minutos, el MIEDO se cuestionaba si era un cobarde por no animarse a hablarle…era la lucha diaria entre su optimismo y su inseguridad.

Cuando llegaba a ese lugar donde sabía que iba a poder verla. Su cuerpo aparentaba calma, pero sus ojos se movían de un lado a otro lado tratando de encontrarla.

Cuando, por fin, los ojos de la INEXPERIENCIA se cruzaban con los ojos del MIEDO, pasaba algo muy extraño… todo se detenía, todo desaparecía de alrededor, había silencio, había paz.
La INEXPERIENCIA parecía tener todo bajo control, mientras la mente del MIEDO se quedaba en blanco, ya no recordaba si debía hablarle hoy u otro día, eran esos 5 segundos mágicos en el que se veían sin parpadear, en el que el MIEDO podía reflejarse en el lugar más privilegiado del mundo…los ojos de la INEXPERIENCIA.

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Pero para que esto pase, solo había una opción, ella tenía que ir en el camino contrario al de él. Porque era la única forma de que ellos se puedan ver.

Siempre soñamos que esa persona especial camine a nuestro lado, que al final podamos recorrer juntos el mismo camino, pero es extraño que, para llegar a eso, primero debemos andar por caminos contrarios.

Cuando el sol se iba a dormir y las luces de la ciudad se empezaban a encender, la INEXPERIENCIA se iba a casa y él hacia lo mismo. Mientras estaba de regreso y todo empezaba a volver a la normalidad, el MIEDO se cuestionaba:
¿Por qué no me animé a hablarle?
No era fácil responder eso, a veces las repuestas tardan en ser encontradas y, sobre todo, en ser entendidas.

Tal vez el MIEDO no era un cobarde por no animarse a hablarle…tal vez lo único que quería en ese momento, era saber que la INEXPERIENCIA, a pesar de ser una total extraña en su vida…estaba pensando en él.

Eran esos 5 segundos mágicos donde todo el mundo desaparecía y solo quedaban ellos dos…el MIEDO y la INEXPERIENCIA.